Acabo
de terminar una novela escrita por dos autores en la que ha debido haber una
perfecta simbiosis porque el sello de Rosa Montero está en sus páginas. No cabe duda de que el amor es la clave de la
trama. Hay una chica que aparece medio muerta y atada de pies y manos en un
contenedor del puerto de Barcelona. No lleva identificación y ella no recuerda
quién es, sufre amnesia, pero «Por
fortuna tienes intacta la memoria anterógrada». Así que, en principio, el
narrador la llama María. La inspectora Anna Ripoll encuentra el carnet de un
gimnasio de Lyon donde figura como Alicia Garone. Sin embargo «Alicia no se siente Alicia, así que vamos a
seguir llamándola María». Por otro lado, el inspector Zapori, de Lyon, se
ve acosado por asuntos internos por lo que decide quitarse de en medio unos días y
ser él quien vaya a investigar a Barcelona, junto a Ripoll. No le importa
hacerse cargo del caso que hasta ese momento ha llevado el sargento Fachelle,
aun a costa de ponerlo más en su contra.
Entre
Ana y Zapori resolverán el caso de María-Alicia-Clara y, en un final trepidante
también solucionarán el problema de Erik Zapori.
La desconocida pasa
por todo tipo de problemas, el dolor la acompaña durante toda su vida, también
la culpa y, sobre todo, el amor. Por amor es capaz de reconstruirse física y
mentalmente. Sólo así esta desconocida será la pieza fundamental para resolver
un caso de trata de mujeres. Poco a poco, María irá recobrando la memoria, otro
tópico en la novela de Rosa Montero, hasta rescatar su verdadera identidad,
característica que, con el dolor y la asunción de la muerte, aparece en La desconocida para no defraudar a los
lectores de nuestra Premio Nacional de las Letras, desde 2017. El universo de
Montero se materializa en esta novela corta que, para mayor dificultad, está
escrita a cuatro manos junto al francés Olivier
Truc; la fusión España-Francia también se da en los autores, quienes junto
a sus protagonistas nos regalan una trama redonda en un argumento esperemos que
abierto. La novela se lee en una tarde, entre otras razones porque es imposible
dejarla: Los diálogos rápidos, la acción vibrante, los cambios de escenario…
todo conforma una novela negra original en la que no importa si descubrimos al
asesino demasiado pronto. Los autores no lo llevan muy en secreto, nos dan
pistas para reconocerlo, porque lo que importa es saber qué va a pasar con
Clara, con Anna, con Erik.
¿Será esto el comienzo de una saga o se trata simplemente de un experimento? Espero que tanto Rosa Montero como Oliver Truc sean conscientes de que han creado algo inusitado. No había leído nada del periodista y escritor francés; he leído casi todo de la periodista y escritora española y he de decir que me ha gustado la novela. La he disfrutado mucho porque he creído ver la marca Montero en ella. Cómo me gustaría saber si estoy equivocada o no, aunque en el fondo da lo mismo, pero creo que los capítulos impares, son lo que ha escrito Rosa. En el 1 La llamaremos María, la chica nos recuerda a una de sus protagonistas «Uno setenta de altura […]. Sus cortos y enredados cabellos son un revuelo que le nimba el cráneo […] tiene un aspecto lamentable. La piel lívida […] Las ojeras como un luto bajo los párpados. Muy delgada, quizás demasiado. Pero tiene bonitos pechos, hombros anchos, brazos musculados, una estructura atlética». Veo algo de Bruna Husky en María.
En
el capítulo 3 Una noche en el Raval,
María se confirma como otra de las mujeres fuertes de Montero, incluso sus
conocimientos y movimientos podrían formar parte del mundo de ciencia ficción
que aparece en El peso del corazón, «Krav-magá.
La mítica lucha cuerpo a cuerpo que usan las fuerzas de seguridad israelíes».
También Alicia, como Bruna, se sale del papel asignado a la mujer y es capaz de
construirse una nueva identidad.
En
el capítulo 5, El misterio de las flores,
aparece Lala Fleurs, «Sus pesadas manos
de gigante están cubiertas de cicatrices, como si se las hubiera quemado. Pero
lo peor es el rostro, tan estirado, tan operado. Un cabezón tremendo con una
carita diminuta e irreal como de Michael Jackson, la nariz como la de un
duende, los labios confitados, las cejas dibujadas al carboncillo» También
Tonea en Historia del rey transparente
tenía la cara quemada, también hay otros personajes en la novela de Montero que
se caracterizan por la desmesura, personajes cuya descripción podría estar
encuadrada en cierto humor negro o irónico, personajes que nos recuerdan a los
distorsionados de Valle-Inclán. Asimismo, en este capítulo el mundo narrativo
queda traspasado por lo grotesco, elevando así una crítica social referida a
los sectores más desprotegidos, inmersos en la droga y la prostitución «La mataron con despreocupada facilidad,
como quien pisa un insecto […] Ahora sabe por qué está aquí y qué es lo que va
a hacer».
Y en
el capítulo 7, Yo soy, indudablemente
nuestra replicante preferida, casi se materializa «Clara no contesta […] Luego agarra una maquinilla de afeitar y se la
pasa por el cráneo una y otra vez, hasta acabar con la cabeza monda».
También Clara, una vez recobrada su identidad, será la encargada de desentrañar
el caso. Los lectores somos conscientes de estar ante un personaje que, hasta
ahora, no ha sabido adaptarse al mundo que le ha tocado.
Puede
que haya fallado en mis deducciones. Probablemente. Pero me ha sorprendido
recordar diferentes personajes de otras novelas en Clara; de ahí mis
conclusiones. Lo que está claro es que la labor de ambos escritores ha sido
fantástica porque el estilo es prácticamente el mismo y los personajes están
tratados por los dos como si fuesen suyos. Erik Zapori ostenta un sarcasmo que
no es propio de la madrileña por lo que Truc ha debido ser el responsable. Los
diálogos del capítulo 2 DominoMer me
descubren una pluma nueva, socarrona, en donde los tacos son normales a la hora
de dirigirse al otro «—Coño, Zapo, qué
imbécil eres […] Vortard te va a joder aún más —¿De verdad crees que ese
comisario de mierda puede hundirme más de lo que ya estoy?».
Pero este inspector es el contrapunto de Clara y de Anna, entre los tres, entre los dos autores, dan una chispa increíble a La desconocida. Entre los dos han destapado temas tan candentes como las autolesiones derivadas del sentimiento de culpa, la corrupción social, el acoso laboral, la desconfianza en el ser humano y la esperanza en un mundo mejor o los diferentes usos tecnológicos que conforman distintas realidades. Y entre los dos han creado una trama llena de giros, de sorpresas, de desvaríos, que al final se cierra a la perfección con un protagonista que aparece en el capítulo 1 y en el 8 capaz de enmarcar el argumento en la única salida posible para nosotros: la confianza en el otro, la lealtad y el amor. Eso es lo que ambos autores han demostrado que son capaces de hacer y han sabido transmitirlo a la novela. ¡Felicidades!
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