A. COMENTARIO CRÍTICO
El
argumento de Macbeth está tomado de las Chronicles
of England, Scotland and Irland (1578), de Raphael Hilinshed; según éste,
Macbeth vivió en el siglo XI y fue primo de Duncan, un rey cuya excesiva
blandura dio lugar a numerosas insurrecciones. Esta situación llevó a poner las
tropas escocesas bajo el mando de Macbeth y Banquo —de quien desciende la casa
de los Estuardos—. Restaurada la paz en Escocia, cuando Macbeth y Banquo
cabalgaban hacia la residencia del rey, salieron a su encuentro «tres mujeres de atuendo extraño y singular».
Aquí
es donde empieza la obra de Shakespeare, y en ella, el lugar, Escocia, no es lo
importante, sino la forma de vida que impregna de primitivismo, de violencia
tribal, de brujería y superstición, un ambiente en el que predomina un concepto
mágico del mundo: brujas, ritos, la noche, el mal y la muerte, asociados al
principio femenino (donde se incluye la esterilidad).
El
simbolismo aparece con fuerza en Macbeth.
Las imágenes asociadas a la muerte y las tinieblas se extienden a una
naturaleza quebrantada como la crueldad humana, la dolencia y la esterilidad:
la tierra que tiembla enfebrecida, el bebé estrellado por su propia madre, los
caballos que se devoran entren sí, el alma llena de escorpiones... Frente a
estos símbolos hay otros grotescos que aluden a la realeza de Macbeth vestido «como ropa de gigante /sobre ladrón enano»,
y otros esperanzadores, cuando el ejército inglés avanza cubierto con ramas
verdes del bosque de Birman, símbolo de la fuerza regeneradora de la naturaleza
(hemos de tener en cuenta que la obra se estrenó en tiempos de Jacobo I, de la
casa de los Estuardo).
El
futuro es una obsesión, que se enmarca especialmente en la descendencia de Banquo
y, sin embargo, esta descendencia nos lleva al símbolo de vida más
significativo de toda la obra: el niño, con todas sus asociaciones: el recién
nacido que, denudo «cabalga el vendaval»,
el ensangrentado, el coronado con su árbol en la mano, la criatura sacada del
vientre de su madre... El niño representa fecundidad, vida nueva, y evidencia
la esterilidad de Macbeth «Ciñeron mi
cabeza con estéril corona / y me hicieron empuñar cetro infecundo». No es
extraño que Macbeth mande asesinar a la mujer y los tres hijos de Banquo, es la
represalia de un tirano obsesionado con la infecundidad.
El
recién nacido, Macduff, nacido por cesárea y por lo tanto símbolo de fuerza
invencible, será quien más tarde dé muerte a Macbeth.
Pero
a esta visión positiva del niño se opone la negativa que expresa Lady Macbeth;
para ella la perfección es el hombre (que puede cometer el acto más sangriento)
mientras que el niño es un obstáculo para sus planes, por lo que es imperfecto.
El niño aparece opuesto al hombre, es la fantasía del poder materno frente a la
de escapar de ese poder.
Lady
Macbeth personifica las fuerzas del mal; como la Eva bíblica tienta a su marido
para que cometa el crimen. Las brujas con sus ritos, también aseguran el
concepto trágico de la magia que envuelve la obra, pues eligen el momento para
despertar los deseos secretos de Macbeth. Las profecías consiguen sacar a flote
todos los vicios del nuevo rey, convirtiéndolo en alguien temido por todos y
siendo objeto de todas las sospechas de los crímenes cometidos; él mismo se
delata en su fiesta de coronación al ver al espíritu de Banquo. La mujer ha
cumplido su misión, por eso Lady Macbeth no vuelve a aparecer hasta que se
suicida, enloquecida por el remordimiento. Su marido, ante la noticia, se
muestra del todo insensible, su «mañana,
y mañana, y mañana...» expresa el nihilismo al que ha llegado.
Las
ideas religiosas de Shakespeare, sus convicciones espirituales, su fe en el más
allá forman un Tema presente en sus
obras, y en Macbeth más que en
cualquier otra pues hay referencias bíblicas «LADY MACBETH.- ...Parécete / a la cándida flor, pero sé la serpiente
que hay debajo», y otras admiten una interpretación católica «LENNOX.- ¡Que vuele un santo ángel / a la
corte de Inglaterra y anuncie su mensaje / antes que él llegue». Sin
embargo es escéptico, racional y reflexivo. Macbeth
representa la lucha consigo mismo en la que cualquier rastro de ética es
anulado por la ambición; en esa lucha vencerá siempre el lado oscuro, el mal es
un hecho inevitable en el ser humano (el final abierto, pero similar al
principio de la obra, así lo manifiesta). La fatalidad, el destino adverso, la
predestinación bíblica marcan la suerte de quienes se dejan llevar por pasiones
desbordadas (Macbeth, lady Macbeth, Duncan...) y de los seres más indefensos,
en este caso la figura del niño y la mujer (encarnada en la esposa de Macduff);
son pues, temas fundamentales en esta tragedia. Es terrible la imagen del niño
siendo asesinado por su madre «cuando
estaba sonriéndole, habría podido / arrancarle mi pezón de sus encías / y
estrellarle los sesos si lo hubiese / jurado como tú has jurado esto». Es
terrible la escena del hijo de Macduff rechazando a su madre para que no la
maten como a él «HIJO.- Me han matado, madre. ¡Huye, te lo ruego!»
La falta de infancia, la esterilidad es otro tema importante «Ciñeron mi cabeza con estéril corona / y me
hicieron empuñar un cetro infecundo / [...] he manchado mi alma por la prole de
Banquo / ...”» Macbeth no tendrá frutos, su semilla maligna no se esparcirá
por el mundo, sin embargo, cuando al final, el nuevo rey, Malcolm, nombra aleatoriamente
condes a todos los que lo han ayudado, tal como lo hizo su padre Duncan al
principio, da que pensar en que el mundo seguirá igual y la maldad permanecerá
presente en el ser humano.
La
dualidad sueño–realidad es otro tema recurrente en el Siglo de Oro, en
Shakespeare y, por supuesto, en Macbeth
«Es menor / un peligro real que un horror
imaginario», aunque aquí el sueño vaya asociado a la muerte «¡Sacudid el grato sueño, / imagen de la
muerte, y mirad / la muerte verdadera!» y ésta a la tranquilidad del que la
sufre: «Más vale estar con los muertos, /
a quienes por ganar mi paz, mandé a la paz». Sin embargo, el remordimiento
hace que los protagonistas confundan el sueño con la realidad, suponiendo para
ellos una tortura constante, de hecho Macbeth se autoinculpa ante todos en su
cena de coronación «MACBETH (al
espectro).- Tú no puedes decir que he sido yo. / ¡No sacudas contra mí tu
melena ensangrentada» y Lady Macbeth termina suicidándose tras enloquecer
al verse las manos ensangrentadas siempre; incluso durante el sueño ella
permanece sonámbula delatándose ante los criados y el médico: «LADY MACBETH.- Lávate las manos ponte la
bata, no estés tan pálido: te repito que Banquo está muerto; no puede salir de
la tumba».
La
confusión, la ambigüedad, se establecen a lo largo de la tragedia «Nada temas hasta que el bosque de Birnam /
venga a Dunsinae, y ahora un bosque / viene a Dunsinae», de ahí que cuando
Macduff va a Inglaterra a pedir ayuda a Malcolm para destronar a Macbeth, éste crea
que es una trampa y le miente confesándose como violador, codicioso y malvado,
hasta que comprende que está pidiendo su ayuda de verdad. La confusión hace que
Lady Macduff, sabiendo que va a ser asesinada, no intente huir de un lugar en
el que «suele alabarse el hacer daño / y
hacer bien se juzga locura temeraria. / Entonces, ¿a qué acogerse a la defensa
mujeril / diciendo que no he hecho ningún daño?». Y la confusión es la
consecuencia de que el cuervo, animal dual pues, ha sido asociado a la sabiduría
y a la muerte, debido a que en la Edad Media aparecían en los campos de batalla
para “limpiar” los restos de los cadáveres, sea nombrado proféticamente tanto
por Lady Macbeth «Hasta el cuervo está
ronco de graznar / la fatídica entrada de Duncan / bajo mis almenas», como
por el protagonista «La noche se espesa /
y hacia el bosque tenebroso vuela el cuervo».
El
paso del tiempo es otro de los temas que aparecen de forma obsesiva en Macbeth. El tiempo es fundamental para
que Macbeth lleve a cabo su plan, acuciado por su mujer, de ser rey, por eso
mata rápidamente al rey Duncan. Pero el tiempo actúa en su contra puesto que
las Tres Hermanas vaticinaron que Banquo sería el patriarca de la estirpe de
reyes, de ahí que no pueda disfrutar de su reinado y decida asesinar a su amigo
y su hijo (que logra huir) la misma noche de su coronación como rey. El paso
del tiempo es circular, todo volverá a la miseria del ser humano. Lady Macbeth
se lo comunica a su marido cuando lo ve tras enterarse por carta de los designios
que tenían las brujas para él «Tu carta
me ha elevado por encima / de un presente de ignorancia, y ya siento / el
futuro en un instante». Lo paradójico es que el futuro se igualará al
presente en todo: Si Macbeth asesina al insurgente Macdonald al comenzar la
obra, «lo descosió del ombligo a las
mandíbulas / y plantó su cabeza en las almenas», al final es Macduff quien,
tras matar al usurpador, le entrega la cabeza al nuevo rey, Malcolm «(Entra Macduff con la cabeza de Macbeth)».
La
aparición de las brujas, Tres Hermanas, realza el ambiente de crueldad que se
respira en la obra, pues sitúan la tragedia en el primitivismo y determinismo
propios del siglo XI, época histórica en la que transcurre todo. Hablan con
enigmas y conjuros, acentuando la superstición. Son la encarnación del mal, por
eso se aparecen a Macbeth, y por eso él, a veces, también habla con acertijos «Antes de que dé fin el enclaustrado / vuelo
del murciélago y a la llamada / de la negra Hécate el zumbido del inmundo /
escarabajo anuncie la noche soñolienta, / se habrá cumplido una acción de
horrible cuño». Y, desde el propio mal, desde Macbeth, presenciamos la
tragedia; su punto de vista es el dominante, por eso penetramos en él y a veces
nos sentimos tentados por lo prohibido e identificados con su degradación.
A.1. Personajes
Hemos
comentado el carácter de los personajes principales al analizar los temas y el
simbolismo, pero elenco es numerosísimo, podríamos llegar a contar hasta más de
cuarenta teniendo en cuenta a los soldados, mensajeros o criados que queramos
poner en escena. Algunos de esos personajes existieron de verdad, Fleance,
Malcolm, Duncan,... prácticamente los principales; otros, como las brujas, o
Hécate son producto de la imaginación del autor, representantes de la
superstición y la maldad, tal como hemos comentado. Sólo aparecen en tres
ocasiones pero esas escenas son relevantes para el desarrollo del argumento.
Los asesinos de Lady Macduff o los de Banquo, incluso el nuevo rey Malcolm son
personajes episódicos, aparecen con un fin específico, los asesinos para
mostrar el poder de convicción de Macbeth mediante la amenaza o malas artes, y
Malcolm para confirmar ese eterno retorno al que aludíamos. Aparece un anciano,
o la Dama de Lady Macbeth, que funcionan como personajes colectivos pues él
representa al pueblo, testigo de lo que está ocurriendo y ella encarna el papel
discreto de todas las criadas. Encontramos asimismo personajes secundarios como
Ross, Angus o Siward, cuyo papel se basa principalmente en ayudar a Macduff a
conseguir su objetivo de acabar con Macbeth. Absolutamente todos son personajes
dinámicos, redondos, van cambiando de parecer y de comportamiento a lo largo de
la obra, todos rodean a Macbeth, y hasta sus hombres de confianza llegarán a
recelar de él, por eso preparan una insurrección. Macbeth se representa al
principio como valeroso y bueno, pero la ambición hace de él un ser
despreciable que va pasando desde la cobardía (tiene que ser alentado por su
mujer para cometer el primer crimen) hasta la desesperación que le causan el
remordimiento y la excesiva confianza que ha puesto en su destino. Esto aporta
asimismo otra característica de la obra: la dualidad, pues frente a la acción
constante la función que tiene ante el espectador es la de introspección,
reflexiva, por supuesto, a la vez que catártica. Las brujas como hemos comentado,
entrarían en la clasificación de personajes alegóricos al representar la maldad
de forma incluso hiperbólica.
A.2. Espacios
Igualmente
los espacios son numerosos, sin embargo en las acotaciones explicativas no se
nombran; sabemos dónde se realiza la acción por alguna réplica de un personaje «ANGUS.- Venimos a darte las gracias en
nombre del rey / y a conducirte a su presencia».
Por
supuesto esto deja total libertad al director de escena para establecer el
decorado, incluso el vestuario. Una vez tenido esto en cuenta nos encontramos
espacios tanto interiores: palacios de Escocia, de Inglaterra, casas de Macduff,
de Macbeth... como exteriores: caminos, bosques... Son símbolos que funcionan
como soporte de todos los signos creados en el argumento: la dualidad, la
ambición, la superstición, la maldad, porque, al establecerse casi todos
durante la noche, propician la brujería, el mal, la confusión, la degeneración
y demás características negativas antes analizadas. Es decir, los espacios nos
dan a entender tanto funciones prácticas como simbólicas. Debido a la cantidad
de personajes y acciones, encontramos también ticoscopias, es decir, espacios
que no vemos por estar fuera de escena, pero que un personaje nos los comunica;
estos decorados verbales fijan el esquema espacial en el que se mueven los
personajes, organizan las acciones y proyectan dimensiones simbólicas que
iluminan el sentido de la obra al completarse con signos físicamente presentes
en el escenario:
REY.- Noble
barón, ¿de dónde vienes?
ROSS.- De
Fife, gran rey, donde las banderas
noruegas
se mofan del cielo y con su soplo
escalofrían
nuestra gente.
El
rey noruego, con un aluvión de hombres
y el apoyo del traidor más desleal,
el Barón de Cawdor, emprendió un aciago ataque
...
Así
pues, bien sean espacios escenográficos múltiples o narrados, tienen función
expresiva y simbólica
Macbeth ha sido representada constantemente
desde el siglo XVII. Una de sus últimas adaptaciones la pudimos ver en el
Festival de Teatro de San Javier, en agosto de 2016, a cargo de la compañía
Alquibla.
Pero
no sólo el teatro, Orson Wells tampoco pudo resistirse a llevarla al cine en
1948 y protagonizar él mismo el papel de Macbeth. Akira Kurosawa, en 1957,
traslada la acción y el lugar al siglo XVI en el Japón feudal. También Polanski
lo adaptó en 1971, y una de las últimas adaptaciones, es la dirigida por Justin
Kurzel, con Michael Fassbender y Natalie Portman como protagonistas, y que se
estrenó en 2015 en el Festival de Cannes.
En
música destaca la ópera de Verdi en 4 actos, cuya última representación sirvió
para que Placido Domingo cerrara la temporada del Teatro Real en 2017.
En
pintura destacan los grabados de las tres brujas o Lady Macbeth sonámbula, de
Fuseli, y la aparición del espectro de Banquo en el banquete, de Gustave Doré.
Y es
que precisamente, por la ambigüedad y la confusión que reinan en esta obra, sea
Macbeth la que mejor podamos
identificar con el enigma que gira en torno a su autor. La grandeza de
Shakespeare es innegable, lo de menos es que se cuestione su existencia, puesto
que el genio trasciende al individuo. La genialidad es personal y las obras de
Shakespeare son geniales; si fueron escritas por otro, sólo cambiaría el
nombre. El legado es la obra, y ésta es universal, sigue viva en la cultura.
B. DIÁLOGO ESCÉNICO
Un
director de escena debe caracterizarse por su gran percepción y sensibilidad
para encontrar el significado de las palabras y expresiones de la obra y
conseguir que llegue al espectador el verdadero carácter del personaje.
El
diálogo de Macbeth es revelador pues
lo que le interesa al autor no es tanto la época, el espacio o el tiempo en los
que se desarrolla la obra, ni siquiera tienen demasiada importancia las
réplicas; hay ocasiones en las que en una situación sumamente grave introduce
expresiones populares, irónicas o casi humorísticas
REY.- Asustaría
a nuestros jefes, Macbeth y Banquo
CAPITÁN.- Si, como el gorrión al
águila o la liebre al león
LADY MACBETH.- ...¿Quieres lograr
lo
que estimas ornamento de la vida
y
en tu propia estimación vivir como un cobarde,
poniendo
el “no me atrevo” al servicio del “quiero”
como
el gato del refrán?
El
vocabulario está plagado de antítesis que refuerzan la confusión del personaje
y gradúan la tensión dramática «Echando
hiel en el cáliz de mi paz».
La
utilización del verso permite, con aliteraciones, antítesis y el ritmo propio,
acentuar las situaciones de brujería «cuando
acaben brega y bronca / y haya derrota y victoria» y simbolismo adverso «Bello es feo y feo es bello / flota en
bruma aire espeso» Las perífrasis antitéticas, y las paradojas que utiliza
Lady Macbeth refuerzan la contradicción de la obra, y por ende, la oposición
constante que se da en su marido. Ella ayuda al espectador a comprender la
lucha entre el bien y el mal que tiene lugar en el interior del protagonista:
MACBETH.- ...¿Qué hora es?
LADY MACBETH.- La hora en que pugnan
noche y día
[...]
Te
falta la sal de la vida, el sueño.
Hay
gran variedad de recursos literarios; además de las antítesis y contradicciones
«Esta incitación natural / no puede ser
mala, no puede ser buena», destacan las aclaraciones que, a modo de
monólogo, el protagonista revela en Apartes al público para que, al tiempo que
crece su tensión emocional, pueda penetrar perfectamente en la mente de Macbeth
y empatice con su evolución desde el principio:
MACBETH (aparte).- ...
La
idea del crimen, que no es sino quimera,
a
tal punto sacude mi entera humanidad
que
la acción se ahoga en conjeturas
y
solo es lo que no es.
Las
hipérboles engrandecen al personaje hasta que casi no parezca humano
REY (a Macbeth).- ...Ojalá fueras
digno
de
menos: te habría dado la justa medida
de
premio y gratitud. ...
Irónicamente,
conforme avanza la obra vemos que, efectivamente, alcanza niveles inhumanos de
crueldad y ambición.
Las
metáforas cumplen con una función adivinatoria, que no deja de ser irónica
REY (a Banquo).- ...Deja que te abrace
y
te estreche contra mi corazón.
BANQUO.- Si crezco en él, vuestra es
la cosecha.
Los
juegos de palabras, en los que abundan aliteraciones, anáforas, paranomasias y
onomatopeyas, van encaminados a provocar una sensación intensa de ritmo y a
aumentar la confusión del personaje
MACBETH.- Si darle fin ya fuera el
fin, más valdría
darle
fin pronto; si el crimen
[...]
...
y atrapar
mi
suerte con su muerte
¡Pum, pum! ¿Quién es... (repetido hasta cuatro veces).
Frente
a este desasosiego, el lenguaje popular, con inclusión de leyendas populares o
refranes modificados «Falso rostro
esconda nuestro falso pecho» no hace sino acentuar el caos interior.
Las
imágenes históricas, que igualan las acciones de Macbeth con las de personajes
de la Antigüedad contribuyen a elaborar un estilo culto al tiempo que funcionan
como aviso de que todo vuelve, de que el paso del tiempo es circular, y la
maldad no desaparecerá del ser humano «...y
el crimen descarnado / [...] ...con los pasos de Tarquino el violador, camina
hacia su fin / como un espectro...».
Otras
veces la mezcla de tiempos verbales aporta rapidez a la acción y efectividad a
la misma al conseguir un aspecto perfectivo, acabado «Voy y está hecho».
La
pérdida de la razón de Macbeth llega al clímax al principio de la obra cuando,
tras cometer el primer crimen, el del rey Duncan, él mismo se autoinculpa y se
maldice utilizando los tres nombres que adquiere en la tragedia «...¡No durmáis más! Glamis ha matado el
sueño, y por eso Cawdor ya no dormirá, Macbeth ya no dormirá».
Por
último, es necesario señalar que las acotaciones son bastante escasas.
Mantienen la finalidad de servir de guía para la escenificación de la obra «Salen nobles (y acompañamiento)» y
consiguen remarcar el ambiente de brujería, magia, noche, muerte y confusión
que veníamos comentando
Truenos. Entran las tres brujas al
encuentro de Hécate
Entra el espectro de Banquo y se
sienta en el sitio de Macbeth.
Entran Banquo y Fleance con una
antorcha
Casi
todas tienen un carácter objetivo. La parquedad de acotaciones cronoespaciales
tiene sentido debido a que al autor no le interesa dónde ni cuándo se
desarrolla la obra, sí es minucioso en los sonidos que destacan la grandeza del
personaje «Clarines...» frente al
temor «truenos» que conlleva la
ambición.
Por
el contrario, los apartes son los que aclaran la subjetividad del personaje y
completan la intención de Shakespeare al escribir Macbeth.
C. ROLES TEATRALES
Para
que la representación tenga éxito, es decir, el texto dramático se convierta en
texto espectacular, debemos tener en cuenta diversos factores. Los roles son
las funciones y responsabilidades que cada persona asume dentro del grupo.
Los
actores deben asumir el rol del personaje que interpretan incorporando técnicas
corporales como:
La kinésica. Es una disciplina que estudia los gestos de la
expresión facial, la mirada, las manos, brazos y piernas con finalidad
expresiva, apelativa o comunicativa. Hay determinados gestos que ayudan a la
comunicación verbal:
Gestos emblemáticos, son conocidos y
comprendidos sin explicación, como llevar la mano a la sien para saludar o
colocarla en el pecho al oír un himno nacional.
Gestos ilustradores, son los que acompañan
el discurso y lo enriquecen, representan visualmente lo que se dice (con las
manos, la cara...).
Gestos reguladores, facilitan la
interactuación y comunicación, como cuando indicamos, con la mirada, que
esperamos una respuesta, levantamos la mano para “frenar” a nuestro
interlocutor o la damos en señal de saludo.
Gestos adaptadores, están vinculados al
manejo de emociones, los realizamos tocando nuestro cuerpo o manejando algún
instrumento. Son como tics y se incrementan con la tensión, el estrés o la concentración.
Gestos emocionales, son los que sirven para
comunicar nuestras emociones y sentimientos, intervienen sobre todo, el rostro,
los brazos y la proxémica.
La proxémica. Es la disciplina que
estudia la distancia interpersonal como manifestación social y significante;
las posturas, la ausencia o existencia de contacto físico pueden indicar desde
intimidad hasta rechazo, temor, confianza...
Estas
disciplinas ayudarán al lenguaje verbal. Todos estos gestos, tanto faciales
como corporales, en movimiento o estáticos, permitirán al espectador visualizar
en escena no al actor sino al personaje.
Tipos de personajes
Principales. Núcleo de la acción
dramática, sin ellos no habría conflicto que es el motor que pone en
funcionamiento los diálogos y relaciones.
Secundarios. Aunque no estuvieran el
conflicto seguiría existiendo, pero normalmente apoyan a los principales a
lograr su objetivo.
Episódicos. Aparecen en episodios
específicos sin alterar el conflicto entre el protagonista y su antagonista.
Alegóricos. Su participación no
pretende representar a un ser humano sino darle cuerpo a aquello que no lo tiene, a conceptos abstractos.
Colectivo. Aunque sea uno, representa a
un grupo humano, por lo que encarna su forma de hablar, de ser, sus costumbres,
sus creencias...
Por
supuesto, la dicción y pronunciación son fundamentales, así
como el tono o intensidad de cada parlamento, para revelar la forma de ser del
personaje y su evolución ante determinadas circunstancias.
El
rol teatral está definido por el texto dramático y a su vez define las
relaciones con el resto de personajes, aunque también se impregnará de lo
subjetivo de un actor, de ahí la cantidad de Macbeth (por ejemplo) diferentes
que podemos observar.
El escenógrafo es muy importante puesto
que pone a la vista las acotaciones espaciales y ambientales que reflejó el
autor, aportando credibilidad a la representación. Actualmente se prefieren
decoraciones no tan realistas sino más sencillas visualmente, con plataformas móviles
o desniveles que faciliten el movimiento de los actores. La tramoya y la iluminación están muy relacionadas al escenógrafo; entre todos
conseguirán transformaciones y efectos especiales que lograrán una atmósfera
apropiada para que el espectador capte el sentido total de la obra.
Con
la música y sonidos se consigue
resaltar determinadas acciones o el clímax de algunas escenas.
El maquillador actual aporta mayor
realismo a la obra o, en caso que interese como en la aparición de brujas o
espíritus, transformará los rostros de los actores para conseguir la imagen
deseada. En el teatro griego el maquillaje era compensado con máscaras que
identificaban y diferenciaban a los actores.
Por
último, para una exitosa puesta en escena tendremos en cuenta aquellas
acotaciones que indiquen los rasgos de la escenografía y características de los
personajes.
muy útil
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