No
conocía a Carlos Salem, no había leído nada de él, pero en principio En el cielo no hay cerveza me atrajo por
el título, y porque es novela negra, por supuesto. Una vez terminada puedo
saborearla mejor; al contrario que otras novelas que voy aprovechando cada
momento, en ésta disfrutaba una vez que había dejado de leer, cuando pensaba en
lo ocurrido; y es que durante la lectura me venían a la mente diferentes
interferencias que impedían la concentración total ¿cómo será el autor? ¿qué
edad tendrá? ¿a quién representa en la
realidad Jorge Tardío? ¿o Jessica Vanessa? No conozco a todo el elenco de la
prensa rosa; y los personajes que aluden a otros tantos del evangelio también
han conseguido que deje la lectura e investigue sobre ellos porque no recordaba
bien a algunos, es verdad que los nombres me sonaban, los Zebedeo por ejemplo,
pero no les asignaba un papel en el Nuevo
Testamento. Asimismo el vocabulario empleado es algo desquiciante, todos
hablan igual, con una especie de jerga urbana que hace imposible distinguir a
Diosito del policía El Perro, del periodista, de la escritora travesti-mental
Queca Osman, del pescadero Peter Simón, o de la madre de Diosito, Mariah.
Y
ha sido en este ejercicio de localización cuando he entendido, creo, mejor la
novela. La mezcla de nombres reales entre los personajes y la uniformidad de
expresión consigue igualar a toda una sociedad. La irreverencia con la que son
tratados todos aquellos representantes de la historia sagrada evidencia la poca
credibilidad de una serie de acontecimientos que las sociedades han dado por
ciertos, llevando al ser humano a niveles de ingenuidad impropios de un ser
racional.
Me
he reído a veces; creo que George S. Atan, nuevo marido de Mariah, padrastro de
Diosito por tanto, tiene un papel entrañable en la historia. Con Mariah también
he disfrutado, es esa madre coraje que no está dispuesta a que toquen un solo
pelo de su segundo hijo. Y Diosito es inigualable, un personaje de apariencia
inclasificable, entre simpática y repulsiva, un personaje al que sus actos
acercan a todos los dioses que han poblado los diferentes cielos, juguetón
según las oportunidades, caprichoso, malcriado, bondadoso a veces, a veces
malvado.
En
otros momentos he pensado que Poe debería haber dejado de beber cerveza. Es
realmente angustiante leer escenas en las que la cerveza no se acaba nunca.
El
protagonista, sin embargo, no ha conseguido que me identifique con él, no sé
muy bien por qué, pero una vez leídas alguna que otra entrevista que le
hicieron a Carlos Salem y ver su foto, quedó irremediablemente unida a El Poe y
no he podido quitármelo de la cabeza en todo el relato. Puede que por eso me
haya gustado menos. Creo que El Poe, más que protagonista, es un director de
orquesta encargado de ir presentando a los personajes que realmente son los
protagonistas, todos ellos, a su vez, miembros del ser global que hemos
conformado y nos hemos conformado con el resultado: una sociedad desquiciada y
desquiciante que consigue anular a la persona como tal para hacerla parte de
una bufonada, un espectáculo en el que si no bailas al son del que lo dirige
estás perdido, antes o después y, de una manera u otra, desaparecerás.
El
argumento es una alegoría bastante original, el segundo hijo de Dios baja a la
Tierra para reclamar su momento de gloria, tal como lo tuvo su “hermanísimo”. A
partir de ahí ocurre todo lo contrario que leímos en el evangelio, es decir,
son masacrados todos aquellos que se burlan de Diosito o no creen en él. El
protagonista, Poe, deberá descubrir al asesino pues teme que detengan a
Diosito, ya que la sociedad piensa que es una venganza de ese loco con aires de
grandeza. Poe va hilando los hechos perfectamente hasta llegar a tres
sospechosos que nos sorprenden en todo momento, pues los giros que van danto a
la trama hacen que el lector cambie su punto de vista y su conclusión al menos
tres veces. Al mismo tiempo, el protagonista se encarga de escribir la vida del
hijo pequeño de Dios como si de un evangelio se tratara; cómo formó un
grupo-secta con el que pretendía atraer a las masas para que lo siguieran, y
así ridiculizar y desacreditar al dios
vigente, cómo se consagró, cómo quedó en entredicho y fue humillado delante de
todos, y cómo se puso en peligro al no hacer caso a su madre que, por mucho que
lo intentó, no pudo protegerlo.
De
forma paralela hay dos historias de amor que, al igual que la sociedad en la
que se desarrollan, están tildadas de engaño, la suya con Angélica, periodista
cuyo fin inmediato es descubrir a Queca Osman Dendeiro, la escritora oculta de
novela rosa-porno de gran éxito, y la del policía El Gato con Flor, recluida en
un sanatorio mental desde que su novio, el hermano del Gato, la abandonó para
casarse con otra.
Esta
novela es indiscutiblemente negra, el ambiente sórdido de la telebasura por
donde psicópatas, mafiosos, ladrones, prostitutas, criminales y policías se
mueven de forma natural; los asesinatos pensados por la mente más retorcida
(menos mal que no profundiza en las torturas, porque son espantosas), así como
la trama que nos va descubriendo al asesino hasta llegar casi a la última
página, la enclavan en este género policíaco. Estoy de acuerdo con el autor, al
menos en parte, en que es de humor, podríamos decir que humor negro «Mientras me tomen en serio mis lectores,
mientras lloren en una parada de metro con un capítulo y se descojonen de risa
con otro dos paradas más tarde, lo demás me da igual» (Culturamas, 15-06-2015).
Tiene además alusiones al cómic detectivesco, Magdalena recuerda a un personaje
de Miller, endurecida por las circunstancias en las que la vida la ha envuelto,
decadente, cínica y violenta podría pasear perfectamente por Sin City. En otro
extremo, el inspector Arregui recuerda en varias ocasiones al número uno de los
detectives que utilizan el disfraz para resolver sus casos, Mortadelo. Sin
embargo no creo que Diosito difiera tanto de Jesús. Salem afirma en la misma
entrevista que «Esta novela nace de dos
supuestos y uno de ellos es que si hoy Jesús bajara a la Tierra, nadie le haría
el menor caso…». Diosito tiene su público al principio, sobre todo cuando
empieza dando a la gente lo que quiere, y algo así sucedió con Jesús quien
también tuvo que realizar milagros para que lo tomaran en serio.
Novela
negra que mantiene la atención del lector, que mantiene la intriga hasta que
llegamos al final y el autor descubre la verdad y el lector se descubre ante el
autor por la originalidad de la que ha hecho gala.
He
tenido que terminar la novela y pensarla para llegar a la conclusión de que me
ha gustado, pero, de señalar algo, me quedo con el tipo de mujer que atrae al
Poe, puede que porque a mí también me gustaría ser así:
«Mujeres testarudas,
firmes y un poco cabezotas, que a fuerza de darse de cara contra los muros,
optan por hacerlo con los ojos bien abiertos y por eso adquieren esa expresión
de perplejidad avisada […] Mujeres dueñas de una inteligencia tan aguda que
acaba pinchando donde más suele doler, que poseen la suficiente lucidez para
presentir sus propios errores y la necesaria generosidad como para celebrar, en
honor a esos mismos errores, cuando llegan, una fiesta de bienvenida»
Hola Beatriz.
ResponderEliminarOtra buena recomendación. Original y muy entretenida, lo he pasado muy bien durante su lectura, porque además creo que Carlos Salem ha leído bastante a los clásicos del género negro, y se nota en su novela. Me ha gustado mucho la humanidad que traslucen en el fondo algunos de los perdedores que protagonizan la historia.
Efectivamente no se ensaña en las espantosas torturas, pero no son peores que las que investigaron Brad Pitt y Morgan Freeman en «SEVEN», y que algunas veces me han venido a la mente mientras leía «EN EL CIELO NO HAY CERVEZA».
Aprovecho tu blog para reivindicar la figura del corrector, de la que prácticamente todas las editoriales han prescindido, pues con su actuación eran muy infrecuentes las erratas que salpican, con muy honrosas excepciones, las páginas de la mayor parte de los libros que se editan. Valga como ejemplo, lo que podemos leer en la página 159 de esta novela “…parte de mi mente, la misma que me había llevado sentirme el rey Midas al revés, esa parte implacable y fastidiosa, no se daba por vencido”. O en la 403 “Cuando formas parte del selecto grupo de invitados que llega con la estrella, nade te revisa la bolsa de lona”.
Gracias por tus críticas de las que espero seguir disfrutando muchos años.
Gracias a ti por tus consejos y por estar siempre pendiente, y por hacer de este blog un lujo.
Eliminar¡Seguimos leyendo!
¡Muy buena reseña! Sentía mucha curiosidad por este autor y has confirmado mis sospechas. Intuía que podría utilizar un lenguaje muy barriobajero-coloquial-underground (y esto no es algo malo si a los personajes les pega). También mencionas que mezcla personajes reales o bíblicos con otros de ficción; otra reseñista me comentó algo similar, incluso que menciona alguna de sus obras dentro de otra. Creo que tendré que atreverme con alguno de sus libros próximamente. ¡¡Gracias!!
ResponderEliminarSiempre gracias a ti.
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