Hay
que ver… toda mi vida leyendo literatura española y, de un tiempo a esta parte,
le estoy cogiendo el gustillo a la extranjera. Esta novela, El canto del cuco, me la regaló una alumna, Ariadna, por el Día del Libro.
El autor, Robert Galbraith, no me sonaba de nada pero ella estaba segura de que
yo sabía que en realidad era el seudónimo de J.K. Rowling… Pues no, Ari, no
tenía ni idea; no he leído ni he visto ninguna película de Harry Potter y lo
único que sabía de su autora es que prácticamente se había hecho de oro con la
saga.
Así
que, de nuevo, tengo algo que agradecer a mis alumnos, en este caso a Ariadna,
que ha ampliado mi opinión sobre la novela de misterio, sobre Rowling y sobre
la literatura inglesa.
Si
hay algo que me ha llamado la atención es la perfecta estructura. El canto del cuco está compuesta por 557
páginas que se dividen en cinco partes, más un prólogo y un epílogo. Todas ellas
van precedidas de una cita clásica que funciona como oráculo o premonición de
lo que el lector irá descubriendo en cada una.
El
Prólogo narra la muerte de la joven modelo Lula Landry, ocurrida tres meses
antes del argumento en sí de la novela. Debido al carácter desequilibrado de la
chica y la incongruente declaración de la única testigo, la policía llegó a la
conclusión de que se había tratado de un suicidio. Una vez leído, cobra sentido
aquello que Lucio Accio expuso en su tragedia Telephus «Infeliz el famoso
del que alardean sus infortunios».
La
Primera Parte está encabezada por una cita de Boecio en De consolatione philosophiae, «El
más infeliz de los desafortunados es el que ha sido feliz». A lo largo de
siete capítulos presenta la actual situación de los protagonistas: Cormoran
Strike, detective venido a menos en el trabajo, en su familia, en su vida amorosa
y en su físico, pues le falta una pierna, y John Bristow, hermano de Charlie,
amigo de la infancia de Strike, muerto en un accidente, y hermano de Lula;
Bristow quiere contratarlo para que investigue y demuestre que Lula Landry fue
asesinada.
La
Segunda Parte está formada por once capítulos que se abren con una cita de
Virgilio «Aprendo a socorrer a los
infelices» (La Eneida). Y así,
cuando Strike empieza su investigación se da cuenta de que hay datos en la
resolución del caso que no encajan. Está seguro de que la testigo oyó discutir
a Lula Landry con un hombre segundos antes de verla caer por el balcón, aunque
no entiende por qué enmascara la verdad con incongruencias.
La
Tercera Parte vuelve a aludir a la Eneida,
«Algún día será grato recordar estas cosas». Esta parte se compone de diez
capítulos plagados de recuerdos de la vida de Strike, cómo empezó su relación
con Charlotte a los 19 años y cómo, 15 años después, ha terminado de manera
similar; cómo sus comienzos en su carrera de detective han sido igualmente
turbulentos, hasta el punto de ser acosado por un marido celoso que lo contrató
para vigilar a su mujer. Asimismo la investigación sigue su curso, centrada
ahora en dos posibles sospechosos que en un futuro formarán parte fundamental
en la evocación de los hechos.
La
Cuarta Parte es la más extensa, son catorce capítulos en los que cobra sentido
lo que Plinio El Viejo afirmó en Historia
Naturalis «Y lo mejor es beneficiarse de los disparates de los demás». Aquí
se desvela el porqué del título de la novela. Strike va despejando sus dudas
aunque no las aclare aún al lector quien deberá llegar al final del proceso.
Sólo entonces, una vez que sepa los hechos, encontrará sentido a los
despropósitos, y entenderá por qué los personajes se empeñaron en determinadas
afirmaciones absurdas. Los desatinos de los Bestigui serán claves para la
resolución. El disparatado diseñador de Lula resultará casi un profeta en el
caso y el insensato y sórdido mundo de los famosos cobrará sentido en el novio
de Lula.
La
Quinta Parte son dos capítulos que constituyen el desenlace. De ahí que la abra
una cita de las Geórgicas «Afortunado
quien ha podido conocer el porqué de las cosas» (Virgilio). Por eso, aunque
no sepamos quién es el asesino hasta prácticamente el final, en la página 517
se descubre de forma indirecta. Strike irá desvelando paso a paso los hechos,
remontándose al pasado anterior al suceso, cuando todo comenzó en realidad. El
final es sorprendente. Aunque la realidad se mostrase desfigurada, todo encaja
coherentemente. Lo que parecía increíble se confirma.
Pero
aún hay un Epílogo, «Nada es del todo
dichoso» (Odas. Horacio). En él,
el narrador sitúa a los personajes diez días después de que se resolviera el
caso y, como en la vida misma, observamos a personas felices pero no del todo.
En
El canto del cuco no sólo la
estructura es interesante, pues si el argumento es simple, los más de 27
personajes que aparecen lo van complicando hasta formar una espiral en la que
todos son sospechosos en algún momento y en la que cada uno arrastra a otro,
dando la impresión de que siempre se llega a un punto muerto.
John
Bristow es el único superviviente de tres hermanos adoptados. El mayor,
Charlie, murió en un accidente cuando era un niño. La menor, Lula Landry, muere
al caer desde su balcón. Todo apunta a que se ha suicidado, sin embargo Bristow
contrata a Cormorán Strike para que demuestre que ha sido un asesinato. Strike
y su secretaria temporal, Robin Ellacott, descubrirán la verdad.
Los
personajes pertenecen a un mundo caótico en el que el dinero, las drogas y la
fama son lo más importante, por eso todos son portadores de algún detalle que
los hace aparecer como posibles asesinos:
Alison,
novia de Bristsow desde que murió Lula, es la secretaria de Tony Landry y
Cyprian May; va con su novio más que por placer, por vigilarlo; además se
muestra reacia a la investigación.
Tony
Landry, tío de Lula y de Bristow; en
realidad no quiere a ningún sobrino, y sus coartadas son cada vez más débiles.
Evan
Duffield, novio de Lula; rockero, drogadicto, mantuvo con ella una relación
tormentosa.
Deeby
Mac, cantante que iba a vivir al edificio de Lula, pero llega cuando ésta cae y
nunca ocupa su piso.
Guy
Somé, diseñador de Lula; de ser sospechoso pasa a ser clave en la resolución
del caso.
Los
Bestigui, matrimonio caótico, él, productor de cine y mujeriego, quiere
conseguir a Lula para su película pero ella no acepta. Ella, drogadicta, es la
única que afirma ver caer a Lula después de discutir con alguien. Pero la
señora Bestigui estaba drogada en aquel momento y las condiciones del edificio
hacían imposible su declaración.
Kolovas-Jones,
chófer de Lula, interesado en hablar con la prensa, siempre busca una
oportunidad para salir en las revistas y dar el salto a la fama. Pero es quien
pone en guardia a Strike sobre un papel que escribió Lula antes de morir y
nunca apareció.
Ciara
Porter, modelo, amiga de Lula, pero con menos carisma.
Bryony
Radford, maquilladora de Lula, con algo de envidia por su suerte.
Rochelle
Onifade, mendiga que coincidió con Lula en un hospital y llega a ser amiga de
confianza, colmada de regalos ostentosos que nunca podría permitirse.
Madre
real de Lula, drogadicta, no quiso a su hija, ahora ella está en la miseria.
Lady
Bristow, madre adoptiva de Lula, enferma terminal, no soporta ver a Lula en un
ambiente famoso porque apenas le queda tiempo para estar con ella.
Wilson,
portero del edificio de Lula, muestra bastante confianza con Lula.
Cyprian
May, socio del bufete de Bristow, junto con Tony Landry, quien mantiene una
relación con su mujer, Úrsula, hermana de la señora Bestigui.
Hay
más personajes, algunos aparecen sólo un momento para traer una nueva situación
que se transforme en pista o la destruya porque, en realidad, es una novela de
misterio. El lector descubre, acierta, se equivoca, se despista o ata cabos con
el protagonista, Strike, manteniendo hasta el final, literalmente, el suspense.
En
la narración destacan, sobre todo, las descripciones. Detalladas, minuciosas, a
veces de una morosidad exasperante; acumulan datos que, si en un principio
parecen sin importancia, cuando llegamos a la resolución entendemos su razón.
Algunas, con un solo detalle, tiran por tierra todo el glamour de las estrellas
«…cables enredados que no estaban unidos
a ningún aparato, una baraja de cartas, un sórdido pañuelo manchado, diversos
trozos de papel arrugado y sucio, una revista de música que mostraba una fotografía
de Duffield en tristes tonos de blanco y negro en la portada,… Por fin
desenterró un blando paquete de Gitanes de debajo del sofá…».
Otras,
unen sensaciones olfativas, táctiles, visuales y auditivas, de forma que las
imágenes resultantes son de gran plasticidad: «Un ligero olor a tila impregnaba el aire, pero no eclipsaba del todo
el del desinfectante y el de la putrefacción corporal, olores que a Strike le
recordaron el hospital donde había pasado meses desvalido… el cálido aire
fresco y los lejanos gritos de los niños jugando entraban en la habitación. Se
veían las ramas más altas de los frondosos plataneros iluminados por el sol».
En
la narración, lo sórdido e impersonal de la vida de los famosos queda de
manifiesto; uno a uno, los allegados a Lula Landry son entrevistados; ninguno de
estos seres queridos contesta a las llamadas que ella les hizo antes de morir «—¿Dijo que era urgente y que no quería
hablar de ello por teléfono? —Sí, pero eso fue sólo para obligarme a llamarla.
Uno de sus jueguecitos. Lu podía ser celosa de cojones. Y jodidamente
manipuladora.».
El
narrador, en tercera persona omnisciente, cuenta los hechos de forma lineal,
tal y como van sucediendo, aunque introduce algún monólogo interior del
protagonista, y de su ayudante Robin; de esta forma conocemos algo de sus
vidas, la boda inmediata de ella con su novio Mathew, bastante celoso, y el
pasado terrible del detective, causante de su situación actual.
Sólo
hay una cosa que no me ha quedado clara y es el sexo del narrador. No es que
tenga importancia, pero durante toda la novela he tenido la impresión de que la
voz del narrador era masculina, por eso me ha llamado la atención encontrarme
con expresiones que parecen dichas por una mujer
«Fue renqueando a
hacer pis»
«Un frenesí de llamadas»
«Chaquetón de piel sintética de
color magenta que no le favorecía ni por su altura ni por su anchura»
«Su piel grasienta, que era del
color de la tierra quemada»
Puede
que esté equivocada; en cualquier caso es una nimiedad. Sólo un dato curioso.
Lo que sí es importante es que ya ha salido El gusano de seda, la segunda novela de esta pareja de
detectives; Robin ha caído en el atractivo mundo que le ha enseñado Strike, a
pesar de las constantes quejas de su novio, y entra a formar parte de lo que
parece será otra serie de Rowling.